Viaje y números – 1º Parte

Muchos nos preguntan:

¿Cuánto consume de combustible el Forastero? ¿Y de aceite? ¿Es muy costoso viajar con las perras? ¿Cuánto gastan para comer?

Antes que nada, la historia del por qué tanto detalle y números ¡No es sólo obsesión!

Como contamos en una de nuestras primeras publicaciones (aquí pueden leerla), el primer día se nos rompió el medidor de combustible en el tanque, así que hasta que podamos repararlo, para saber cuántos kilómetros podemos recorrer tenemos que anotar todo: los kilómetros que dice el tablero y los litros de gasoil que cargamos.

Lo que el viento zonda nos dejó en San Juan. 

Con una regla de tres simple sacamos aproximadamente lo que nos rinde el tanque de 70 litros: si cargamos el tanque lleno a los 309.750 km y volvemos a cargar a los 309.935 km significa que recorrimos 185 km, después con el numero que acusa el surtidor de la estación de servicios para llenar el tanque, en este ejemplo fueron 32 litros, hacemos esta ecuación:

185 km _____ 32 litros
100 km ___ x litros –>  x = 17,95 lts
No es el mejor ejemplo porque el consumo promedio de El Forastero debería ser entre 14 y 15 litros cada 100 km, pero este recorrido fue yendo al Glaciar Perito Moreno y el camino es de subidas, algunas donde hubo que hacer mucha fuerza.

Después, a esos dos datos, le sumamos el precio total de la compra.

La cantidad de kilómetros es por la que figura en el tablero. Pusimos primera en Buenos Aires a los 304.025 km.
 Así es como obtenemos detalladamente todo estos números: 

¡No se asusten con la cantidad de aceite consumido! La realidad es que debería ser 1 litro por cada 1000 recorridos, pero desde Viedma veíamos que algo andaba mal y no fue hasta San Juan que estuvimos en el taller mecánico de los Carletta donde reparamos el motor. El tramo de casi mil kilómetros a Buenos Aires tuvo un consumo menor a un litro, de ahora en más debería bajar ese número.

En ese mismo cuaderno que hace de «Diario del Viaje» escribimos la fecha y hora de llegada y partida de cada lugar que visitamos y otros datos más que subiremos pronto.

¡Se suma otro sueño!

«Es bueno tener un sueño, pero es mejor tener dos» cantan Ciro y los Persas y así hicimos.

Nosotros cuando salimos no sabíamos si esto de viajar y vivir el día a día nos iba a gustar, pero hoy no tenemos duda que queremos que sea nuestro estilo de vida.

Siempre nos preguntaron si teníamos algún proyecto solidario o educativo y nosotros, la verdad, es que lo habíamos pensado pero no sabíamos como iba a resultar lo que estábamos empezando a gestar como para sumarle algo más.

Después de unos meses y muchos kilómetros nos preguntábamos qué podíamos hacer para ayudar y poner nuestro gratino de arena y nos dimos cuenta que ya lo estábamos haciendo. Alentábamos a todo aquel que estaba en frente nuestro a buscar dentro suyo qué es lo que quiere hacer de su vida realmente y que le ponga fuerza y actitud para lograrlo. Que en definitiva para eso estamos en este mundo, para aprender, para crecer, para desafiarnos y lo único que uno tiene es el AHORA, el HOY, el PRESENTE. Pero nos faltaba algo más, porque solo llegábamos a los que se acercaban. ¿Cómo hacemos para acercarnos nosotros?

Y después de mucho pensar, soñar y crear nació

«Imagina la Ruta de tu Destino»

Si, un nombre largo pero es el que más nos gustó.

Esta inspirado en los libros «Elige tu propia aventura» que son los favoritos de nuestra infancia y adolescencia. De hecho, yo en un momento le dije a Ale que me gustaría escribir un libro sobre nuestro viaje con la forma que tienen esos libros.

Pero le dimos una vuelta de tuerca más.

¿De qué se trata el proyecto? 

Vamos a escribir un cuento sobre nuestro viaje y el deseo de recorrer nuestra hermosa América pero el final lo dejaremos abierto. La idea es poder presentarnos y leerlo en instituciones educativas y pedirles a los niños que sean ellos los que escriban el final.

Al mismo tiempo,  ir mostrando las fotos y vídeos de los lugares que conocemos, contar un poco de historia del lugar, anécdotas.

Una vez que el grupo elija el final del cuento, nosotros lo subiremos al espacio dedicado a este proyecto en nuestra página web.

Todo toma color cuando seguimos viaje, llegamos a otro destino, a otra escuela con el mismo cuento y, aparte de escribir un nuevo final, leamos también los finales del cuento que escribieron en otras escuelas y, de esta forma, unir a los niños de Latino América.

¿Se imaginan a un grupo de niños de Costa Rica leyendo el final del cuento que escribieron otros niños de Perú? ¡O viceversa! Porque todos los finales van a ser subidos a internet, entonces pueden descargarlos y leerlos.

Y si algún maestro, profesor quiera usar este proyecto para integrar a sus alumnos y trabajar en grupo, también puede descargarlo y enviarnos el final del cuento que escribió en el aula para que lo subamos a la web.

¿Les gustó la idea? ¡Nosotros estamos felices! Ahora estamos trabajando para poder cumplir los dos sueños. Ya les contaremos más.

Primer año de nuestra nueva vida – Parte 2


Este relato tiene una primera parte que te recomendamos leer antes.
Hacelo AQUI
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Cuarto mes de viaje ¿Qué nos espera? En principio, dejar atrás la isla de Tierra del Fuego… ¿pero vamos directo a Santa Cruz o visitamos las localidades de Chile? Y así fue que todo se dio para que terminemos en Punta Arenas, pero antes visitamos Tolhuin  y regresamos a Rio Grande para despedirnos de toda la linda gente que conocimos.
No, no fuimos al Dakar. Asi quedó después de la ruta de ripio en Chile
antes de llegar a la balsa.
Días de mucha reflexión sobre el viaje, sobre nuestra pareja, sobre nuestro futuro. Es que, si bien llevábamos 6 años de pareja cuando partimos, el viaje fue reencontrarnos como personas, como pareja. No solo estábamos formando una nueva vida, sino una nueva pareja. Y esto, como todo, tiene sus cosas buenas y malas. Pero el amor es más fuerte dice la canción.
El soñar tiene que estar acompañado del creer, del creer que se va a lograr lo que uno sueña.Y Ale soñó ingresar al Parque Torres del Paine a pesar del alto costo de su entrada, 36 dólares cada una y solo teníamos 10 dólares que nos había regalado un estadounidense en Puerto Madryn, y ni las cien peleas que tuvimos ni los kilómetros de mas que hicimos al perdernos y que amenazaban con dejarnos sin gasoil en el medio de la nada ni quedarnos afuera con las llaves puestas lo frenaron. Llegamos a la entrada y se bajo sabiendo que íbamos a entrar. Y así fue, el guardaparque salió a recibirnos y luego de que Ale le dijera la verdad “no tenemos dinero pero es nuestro sueño entrar y conocer el parque”, teníamos un pase libre por tres días. Y para completar, en el tramo del parque donde solo hay campings privados para pernoctar nos sorprendió una tormenta, y otra vez diciendo la verdad nos dejaron pasar la noche sin cobrarnos. 
Torres del Paine desde la Laguna Amarga (antes de entrar al parque)
Nos fuimos de Chile, despedimos el cuarto mes del viaje, con una alegría en el corazón difícil de explicar. ¿Cómo explicar que nos van tapando la boca? ¿Qué uno sale con miedos y solo cruzas personas buenas que te regalan su sonrisa y te dan la mano? ¿Cómo hacer para parar si siento que cuando decaigo tengo que seguir por todos aquellos que creyeron en nosotros?
Empezando el quinto mes de viaje entramos a Argentina y llegamos a Rio Turbio. Estábamos apurados porque ingresamos cuando nos quedaba un día para que se nos vencieran las licencias de conducir, por eso la idea era llegar rápido a El Calafate, donde creímos que siguiendo con la nueva filosofía de decir la verdad iba a suceder lo que esperábamos y no, nos encontramos con una pared, alta. Días de mucha angustia. ¿Qué hacemos? ¿Cómo saltamos este obstáculo? ¡Con imaginación! ¡Así es! Y lo saltamos, alto. Casi record mundial, para nosotros obvio. Y disfrutamos del Glaciar Perito Moreno y de la naturaleza del Lago Roca junto con nuestros amigos de ruta, Jime y Andres.
Glaciar Perito Moreno

Otro lugar mágico nos quedaba por conocer en la provincia: El Chalten. Lo más lindo del lugar es la falta de señal de celular y el costoso acceso a internet. Sí, nos desconectamos totalmente para conectarnos con nosotros. Para bien y para mal. Porque otra vez surgieron complicaciones y no nos agarraron con las defensas altas. El problema del motor iba incrementando, el promedio de consumo de aceite era de 1 litro cada 300 kilómetros, seguíamos sin auxilio y cada vez que económicamente creíamos que nos iba bien, algo pasaba para que el dinero se volara y nos dejara al extremo.

Laguna de los Tres, Cerro Fitz Roy y valió la pena tanto esfuerzo para llegar.
Así recibimos el sexto mes, con los nervios y ansiedad en grande dosis porque el hecho de estar haciendo malabares con el dinero nos tenía muy preocupados. Pasamos la noche en Tres Lagos y luego emprendimos un nuevo trayecto duro, la ruta 40 todavía de ripio hasta Gobernador Gregores.  En el punto donde se encuentra la estancia la Siberia cruzamos una pareja haciendo dedo, paramos o eso quisimos. Descubrimos que no teníamos frenos (ninguno de los dos, ni pedal ni de mano) así que debimos esperar a que nos quedemos sin envión para levantarlos.
Lago del Desierto
Llegamos sanos y salvos a Gdor Gregores con 40 pesos, ¼ de tanque de gasoil y sin frenos. La lista de inconvenientes mecánicos iba creciendo al igual que la lista de localidades que nos denegaban el permiso para vender artesanías. ¿Qué hacemos? ¿Sentarnos y esperar? Sí, eso tenemos que aprender a hacer. Porque la noche que no sabíamos que íbamos a comer se apareció una señora que nos regaló la cena, al otro día coincidimos con la familia Lequetan que también viajan en un motor home como el nuestro  y que, ¿casualmente? el señor sabía como arreglar ambos frenos.  ¿Qué más podíamos pedir? ¡Que nos dejen trabajar así poder seguir! Y así surgió la posibilidad de vender en un evento privado que se iba a dar el fin de semana siguiente. No solo sumamos problemas, sino soluciones para resolverlos.
Seguimos viaje, pasamos por Bajo Caracoles, conocimos La Cueva de las Manos, llegamos a la localidad de Perito Moreno y Los Antiguos, quisimos ingresar a Chile para hacer parte de la carretera austral pero un tema burocrático con la vacuna de una de las perras nos lo impidió. Volvimos a estar en rutas chubutenses, 
Ale empezó su cumpleaños en Rio Mayo y después de un viaje de 8 horas, pasando por Gobernador Costa para almorzar, lo termino festejando en Esquel. De ahí nos fuimos a Trevelin y luego a Villa Futalaufquen para ingresar al Parque Nacional Los Alerces. Ya estaba terminado nuestro sexto mes de viaje mientras conocíamos Epuyen y llegábamos a El Bolsón, la tierra del artesano.
Bahia Los Palos
Increíble estar ahí, sentada en la feria pero del otro lado. Pensar que siempre me gustaron las ferias artesanales, ir y recorrerlas, chusmear todos los puestos, uno por uno y ahora estaba ahí, del otro lado, haciendo y vendiendo artesanías.
Séptimo mes, y volvían las dudas, que hacemos. Nunca nos faltaba el dinero pero siempre estábamos al límite, los problemas mecánicos empeoraban como para sumar más acción. Y, si bien comenzaba el otoño, en esa zona era un invierno para nosotros. ¿Qué vamos a hacer cuando las rutas tengan hielo? ¿Vamos a pasar el invierno dentro del motor home que no tiene calefacción ni aislación? Dudas y más dudas pero 
teníamos que tomar una decisión.
Descansamos en Lago Puelo y fuimos a Bariloche con una idea en la cabeza, buscar la forma de pasar el invierno allí y hacer temporada, después arreglar el Forastero y continuar.  Pero, seguíamos sin entender que lo nuestro no es hacer planes.
Lago Menendez, P.N. Los Alerces
Y por motivos varios quedo descartado hacer temporada en la zona. ¿Entonces? Y Buenos Aires empezaba a sonar cada vez más fuerte. ¡NO! ¡NO QUEREMOS! Pero si, sonó fuerte y se apodero del primer lugar de la lista.
De todas formas, fiel a lo que nos decía el corazón, íbamos a seguir viajando. Era pecado partir sin recorrer la ruta de los 7 lagos, por ejemplo. Así que de Bariloche fuimos a Villa La Angostura, donde confirmamos que no todo lo que brilla es oro, nos desviamos a Villa Traful para llegar a San Martin de los Andes. Que si, que no, que necesitamos juntar buena cantidad de dinero para reparar el motor y arreglar el resto, que Buenos Aires, que Neuquén, que Mendoza y apareció Santiago de Chile. ¿Cómo? Por culpa de Franco, nuestro amigo de Rutas Salvajes. Una vez que lo pusimos como posibilidad se fueron abriendo todas las puertas. Luego de una parada por Junín de los Andes para hacer los trámites de ingresos de las tuchis y de conocer al Volcán Lanin, entramos nuevamente a Chile cuando cumplíamos 8 meses de viaje.
Muelle de Villa Traful
Ese mes si que fue intenso, sobre todo para Ale que tuvo que volver al ritmo de un trabajo fijo. Estar en otro país, con otra cultura, otra forma de hablar, otra forma de creer. Y logramos adaptarnos bastante bien y nos cruzamos siempre con personas que nos ayudaron y nos dieron aliento para seguir. Conseguimos recaudar el dinero, ahora nos faltaba encontrar donde reparar el motor. Y eso apareció también: San Juan.
El Volcán Lanín
Así que, entrando en el noveno mes cruzamos el paso internacional Cristo Redentor (a pesar de los malos augurios que nos decían) y volvimos a Argentina sabiendo que nos esperaban los mecanicos.
Pero antes visitaríamos a nuestros amigos de Mendoza que nos esperaban hacia tiempo. Nos dolió no poder disfrutar como nos gustaría los paisajes hermosos de esta provincia, pero el Forastero nos pedía por favor que nos apuremos, que él no nos iba a dejar tirados pero que tampoco abusemos. Por eso solo conocimos Uspallata, Potrerillos, Godoy Cruz y Guayamallen. 
No pudimos hacer el sendero al Cerro Aconcagua, asi que tenemos que
volver. ¡Qué bueno!
Llegamos a San Juan, al taller mecánico de los Carletta, solo habíamos hablado por teléfono. Nos recomendaron este taller Sofi y Diego de Sueño Sureño porque ellos tuvieron una hermosa experiencia, al igual que nosotros, que llegamos pensando que éramos clientes y nos recibieron y trataron como parte de la familia. Si, así tal cual como les decimos. Cuando terminamos de hablar del tema Forastero y confirmamos el arreglo en el taller, Chuli lo primero que nos dijo es que tenía una habitación donde podíamos estar y que su casa también era nuestra casa. Y así fue, incluso Graciela, una genia, que se preocupaba todo el tiempo por cual comida podía preparar sin carne y que yo coma.
Muchos nos dijeron que el Fora no iba a poder subir, no lo conocen.
Y de ahí, la historia ya la conocen: volvimos a Buenos Aires a visitar a la familia y amigos, terminar unos trámites personales y a 10 días de salir Pioja, una de nuestras perras, sufrió una parálisis de las patas traseras a causa de una hernia de disco a mitad de la columna. Quedó todo en pausa, lo que teníamos pendiente de hacer, todo de todo aguardando a que ella se recupere para poder volver a salir a cumplir nuestro sueño de unir Buenos Aires – Ushuaia – Alaska.
Hoy hace 1 año de ese día que Ale puso primera en el Forastero y subimos a la autopista rumbo a San Miguel del Monte y fueron 9 meses donde nació una nueva vida, una forma de vivir. 

Potrerillos – Mendoza

Primer año de nuestra nueva vida – Parte 1

A veces pensamos que no fue el verdadero comienzo del viaje, porque nosotros empezamos a viajar mucho antes,  cuando decidimos la fecha de partida, cuando pensábamos en qué viajar, cuando comenzamos a vender las cosas, desarmar nuestro departamento y armar la casa rodante, buscar cómo solventarnos, leer a otros viajeros para darnos aliento,etc. 

Entonces vamos a cambiar un poco el discurso.

Hoy se cumple un año desde que Ale puso primera en el Forastero y salimos, en lo que nosotros llamábamos en ese momento, “de viaje”. La fecha un poco nos duele por no estar viajando, pero también tenemos que aprender de estos meses que no estamos en las rutas (intentamos no morir de un ataque de ansiedad), porque de algo estamos seguros: no somos los mismos que nos fuimos. Y cuando pensamos qué fueron las personas o situaciones que hicieron que cambiemos nos acordamos de esto:

El primer día de Ale manejando El Forastero
Los primeros  treinta días fueron extraños, no sabíamos bien que nos pasaba. Estábamos entre sentirnos de vacaciones y darnos cuenta que era algo más que un periodo de ocio. Ale fue aprendiendo de a poco, y a los golpes, lo básico sobre cómo manejar un camión, “de una moto a un camión, yo estoy loco” repetía continuamente y  yo con nervios, no es para menos, por ser la copiloto inexperta de un piloto aprendiz. Eran muy seguidas las discusiones, que “guíame ahí” o “decime sí por ahí paso” y yo que vivía con la angustia a flor de piel.

 
Descubriendo espacios dentro del motorhome, para nosotros y para las cosas, ordenando lo que se desordeno el día anterior a irnos, cuando metimos todo así nomas porque nos queríamos ir cuanto antes. A mí me daba miedo la garrafa, abrirla o cerrarla, y prender el horno también. Y las peleas que teníamos a la hora de tener que subirlo a tacos para que quede nivelado y la heladera enfríe bien. ¡Cómo olvidarlo!
También aprendimos, y seguimos aprendiendo, a usar la cámara de fotos.
Como ya contamos en varias oportunidades, empezaron aparecer los problemas: la batería que alimenta la luz y la bomba de agua se descargaba muy rápido, que al bañarnos el agua salía fría, que si llovía entraba agua por el ventiluz, por una ventana de atrás y también si no cerrábamos las rejillas por donde respira la heladera. En fin, el Forastero bajo una tormenta se convertía (y a la fecha se convierte) en Venecia sobre ruedas.

Y no nos olvidamos que al tercer día descubrimos que, habiendo recorrido 200kms, el nivel de gasoil seguía indicando que estaba lleno. “¿Pero cómo? ¡Si hasta antes de salir funcionaba!”. Fuimos a un electricista que nos recomendó el policía del control que nos detuvo por no llevar las luces bajas puestas (si, increíble… pero juramos que nunca más nos olvidamos de encenderlas) y nos dijo que debíamos bajar el tanque para poder solucionarlo. ¿Qué hacemos? Sigamos, vamos sumando y restando como hacen otros viajeros. Parece que es el “karma” de los viajeros en vehículos de edad avanzada.

Ale y las Tuchis paseando en la playa de Bahia San Blas
El primer mes recorrimos localidades de la provincia de Buenos Aires: San Miguel del Monte, Las Flores, Rauch (donde tuvimos nuestra primera experiencia vendiendo artesanías en la plaza principal), Tandil, Balcarce, Mar Chiquita, Miramar, Necochea, Balneario San Cayetano (la tarde que nos quedamos encajados en un médano y usamos la función “4X4” del Fora), Orense, Tres Arroyos, Coronel Dorrego (ahí tuvimos que usar nuestra “viveza criolla” para poder vender en la Fiesta de las Llanuras, y lo logramos!), llegar a mi Bahía Blanca natal el día de mi cumpleaños, Stroeder y los 60 kilómetros de ripio serrucho a Bahía San Blas.

Las Tuchis veían y olian el mar por primera vez
 Fue intenso. Con una mezcla enorme de diferentes sentimientos. Habíamos pasado por muchas pruebas. ¿Cuál fue la más difícil? No sabemos bien. Creemos que fue en Bahía Blanca donde tuvimos que invertir el 75% de nuestro presupuesto en la batería del motorhome. Así como leen, en menos de 1000 kilómetros ya nos habíamos quedado casi sin presupuesto. Sumado a que debimos usar nuestro neumático de auxilio y no teníamos cómo arreglar y reponerlo. Pero nunca dudamos en parar, ya íbamos a encontrar la manera.

El segundo mes lo inauguramos visitando la provincia de Rio Negro. Llegamos a Viedma un lunes a la tarde creyendo que pasaríamos la noche y no fue hasta la otra semana que nos despedimos de esa hermosa ciudad. Y ahí empezamos a darnos cuenta que no podíamos hacer planes, que día a día se va dando todo lo que tenga que suceder. 
Uno de los motivos por los que nos quedamos en Viedma fue porque
nos invitaron a realizar el bautismo de Kayak en el Rio Negro
 

Aunque no lo crean, esta es la mejor foto que tengo de mi bautizo de kayak

Si creíamos que el tema de la batería era lo peor y lo último que nos iba a suceder, estábamos realmente equivocados. El dueño anterior nos había dejado escrito que el consumo de aceite debía ser de 1 litro cada 1000 kilómetros aproxidamente y nosotros, según nuestros cálculos y anotaciones, habíamos consumido un poco más de 2 litros y medio en esa distancia.

Alguien que nos escucho hablar nos trajo a su mecánico de confianza para ver que podía ser. ¿Y qué va a ser? ¡El motor! Sí señores…el veredicto fue un problema de aros, en principio. Pero claro, no estábamos en condiciones económicas de repararlo. Preguntamos si podíamos seguir así y nos dijeron “que mientras que no le falte agua y aceite no iba haber problema”.

En los nuevos 30 días de esta aventura visitamos San Antonio Oeste, Las Grutas, dormimos en una estación de servicios solitaria en la ruta hacia Sierra Grande, estuvimos en Puerto Madryn (la ciudad inspiradora) y también en Playa El Doradillo, no sabíamos si ir a Rawson o Trelew y terminamos en el Dique Florentino Ameghino. El viento patagónico nos dejó en la estación de servicios de Garayalde un día y medio y nos hizo seguir de largo Comodoro Rivadavia para llegar a la hermosa Rada Tilly.


Playa El Doradillo, 4 días-3 noches, 100% naturaleza.
Seguíamos aprendiendo que estábamos embarcados en una rutina de la no rutina. Bastaba para que digamos “tal día estamos en” para que todo se complote en que suceda lo inverso. ¿Está bueno? Convengamos que si te pasan estos contratiempos en unas vacaciones con los días contados es tomado de la peor manera, pero en nuestro caso donde no tenemos tiempo, debemos aprender a relajarnos.

En Rada Tilly cuando hablábamos de esto con una familia y el padre nos pregunto si éramos personas de dinero y el hijo le contestó: “papá, ellos son millonarios de tiempo, no de plata”. Y eso nos iluminó para siempre. 

En la costanera de Rada Tilly
Todavía seguíamos mareados por cómo se iba sucediendo todo. Poco a poco íbamos creciendo e incorporando todo lo que nos tocaba vivir. Íbamos desarrollando esta nueva vida.

En el tercer mes llegamos a la provincia de Santa Cruz. A medida que encontrábamos problemas, atrás había enseñanzas. Algunas difíciles de interiorizar en lo inmediato, somos personas en proceso continuo de aprendizaje y las situaciones adversas uno las trata de llevar como puede.  Especialmente cuando la mayoría son circunstancias nuevas y uno las ve con “los ojos del ayer”.
Ale sufría el partido que consagró a Velez Sarsfield Campeón del torneo inicial 2012
 Hicimos varios itinerarios para ver en que fecha llegar a Rio Gallegos, cuando pasar a Tierra del Fuego, que no nos convenía hacerlo muy cerca de las fiestas y podíamos pasar y lo que no, qué trámites debíamos hacer para que Pioja y Pumba puedan pasar la frontera con Chile. Todo mientras visitamos Caleta Olivia, Puerto San Julián, Comandante Luis Piedra Buena (donde aprendimos qué es el destellador, para qué sirve y a dónde está en el tablero), con una ráfaga de 120km/h el viento nos hizo detenernos en el Paraje Le Marchand y usar las pinzas para pasar batería, que tanto hubiéramos precisado en el Doradillo, y así comenzamos a girar una rueda mágica, la de dar y recibir sin nada a cambio. 
El Forastero en la Balsa. (Si se fijan bien tambien aparece Pumba)

La primera vez que entrabamos a otro país, que pasábamos un estrecho en balsa, que transitábamos por una ruta de 170km de ripio horrible, que Ale manejaba de noche y luego de 11 horas llegábamos a Rio Grande, en Tierra del Fuego.

Otra vez, todos los planes que podíamos imaginar fueron transformados en realidades nunca pensadas.  Entre ellos, querer salir rumbo a Ushuaia el último día del año después del mediodía y encontrar un neumático totalmente desinflado. Pero lo lindo del camino es encontrar personas que creen en sueños y aportan su granito de arena para que se cumplan. ¿Recuerdan que en Bahía Blanca nos quedamos sin auxilio? Así llegamos hasta la isla y fue una sorpresa de año nuevo que nos regalen un neumático que tenían de más en la gomería. Ah! Y que no nos cobren más que un champagne para la noche.

 

Ale se entera de lo que falta para llegar a Alaska

Dejamos atrás el primer trimestre, y llegamos a Ushuaia y al final de la ruta 3 el primer día del año. 


¡Así inaugurábamos el 2013! 

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Este relato tiene una segunda parte que podés leer AQUÍ

Veo Veo: el Mapa que cambió nuestro rumbo

Lo confieso, geografía no fue mi materia favorita. ¡Pero tengo motivos!
Mi educación media estuvo compartida por dos sistemas educativos totalmente diferentes. Hice los primeros dos años en el interior del país y de tercero a quinto en la ciudad de Buenos Aires. Esto derivo en que los últimos 5 años del colegio secundario vi exactamente lo mismo en varias materias, como en geografía que solo me enseñaron lo referente a Argentina y un poco de América.  Es decir, año tras año fue una de las materias aburridas de mis mañanas.
Iba a escribir sobre “mapas” y recompilar anécdotas pero escribiendo recordé de mi historia con un mapa. Si, y no es cualquier mapa… es EL MAPA. Y les voy a contar por qué. 
Estamos por cumplir 7 años de conocernos con Ale. Como ya lo contamos, fue un 21 de septiembre en el año 2006 yendo de viaje a Córdoba y coincidimos en sentarnos uno al lado del otro.  ¡Coincidencia! ¿Casualidad? No, destino.
Febrero 2008 – de mochileros por el Norte Argentino
Todavía me acuerdo cuando me contó que su sueño era viajar durante un año en moto por América y que lo tenía planeado hacer cuando cumpliera 25 años. Mi cara de mucho más que asombro fue porque me lo dijo cuando faltaban 2 meses para que los cumpliera. Aparte yo recién me independizaba yéndome a vivir sola con 21 años, cosa que duró poco porque el señor se me instaló pero es otra historia, tenía aprobada un tercio de la carrera de Ciencias de la Comunicación y, por si fuera poco, conseguía entrar a trabajar al banco privado en el cual había ido a entrevistas durante 3 años seguidos.
Poco a poco fui esclavizándonos a la rutina. El me hablaba de otros países y rutas y yo le hablaba de lo que había que pagar de impuestos y de comprar muebles y electrodomésticos que nos ayudarían a vivir más cómodos.
La tarjeta de crédito crecía cada vez más a causa de las famosas “24 cuotas sin interés”, es decir, durante 2 años seríamos esclavos, y a diferencia de lo que uno cree, no es que teníamos más lujos sino que teníamos más deudas.
 
Ale iba cambiando de trabajo con un promedio de 6 meses, se aburría, no le gustaba, quería algo nuevo. A mí me pasaba lo mismo, pero dentro de la misma empresa iba cambiando de sectores buscando mi lugar, sin saber que estaba yendo para el otro lado. Lo único que cosechábamos era un sentimiento de vacio enorme.
Y así fueron pasando las semanas: lunes con ganas de que sea viernes, martes y miércoles siempre tan lentos, jueves apurate y viernes que te quiero viernes. El reloj no pasaba más y yo quería que me muestre cuatro números “17:59”, la hora de la libertad y que me invitaba a jugar a sentirme libre y que hagamos lo que nos gusta para terminar haciendo lo que debemos hacer, sin preguntarnos, sin saber si nos gusta o no, y así llegar al domingo, día gris aunque este soleado.
Foto en la costanera de Mar del Plata en el invierno del año 2009
Pasando por esta vida creyendo que “tiene que ser así” o “es lo que hay”. Es impresionante como poco a poco vas caminando por ahí, estando seguro que otra forma no es posible, no es segura, es peligrosa. Yo me había creído que si no trabajaba ahí, no iba a poder trabajar en ningún lado más y, para colmo, que no iba a ser feliz. ¿Cómo? ¿No soy feliz acá y tampoco lo voy a hacer allá?
Y así llegaron las crisis, agujeros negros que amenazan con arrastrarte al fondo de un pozo, y la mayoría cree que caer en un aljibe abandonado no es el mejor plan para unas vacaciones. Y yo tropecé, y fui cayendo lentamente hasta tocar fondo  de la mano del famoso “ataque de pánico” o “patatús” como le decía mi abuela.
Foto de nuestro bautismo de buceo en Puerto Madryn en enero 2011
 
Hoy puedo decir que fue una de las cosas que mejor me pasó en la vida. Porque yo estaba ahí, sentada, llorando, preguntándome por que me pasaba eso a mí sin darme cuenta que la paz empezó a aparecer cuando un día me pregunte para qué, para qué estaba viviendo eso.
Y entendí que tenía dos opciones: o seguir como estaba y buscar soluciones en pastillas ansiolíticas o buscar una forma en pegar ese salto ornamental para salir. Y entre todos esos momentos, un día encontré en la mesa de Ale un mapa de América del Sur con un recorrido marcado y una frase escrita en la parte inferior: “Regla n° 1, no hay nada que me pueda detener”.  Y ahí vi como un flash, como cuando te dicen que ves toda tu vida en unos segundos antes de morir.
¡Gracias a este Mapa cambió nuestro rumbo!
Y surgió la duda nomás. ¿Por qué no? Si hasta ahora creí que estaba haciendo las cosas bien como manda la sociedad y termine así, ¿Por qué no probar con la idea que tiene Ale desde chico?
Esa noche, mientras estábamos cenando le pregunté  por su sueño, otra vez escuchando que él quería ir en moto por América y que lo podemos hacer  tomándonos un año sabático. Lo miré y dudé hasta que me animé a decirle “hagámoslo pero sin tiempo, no importa que tardemos uno o mil años, dejemos todo”. No saben de lo que se perdieron, el rostro de Ale se transformó, una mezcla de sorpresa, euforia, duda, miedos.
– “¿Estas segura?” preguntó.
– “Si” le respondí sin dudar.
Y así siguió la charla, por primera vez en mucho tiempo estábamos hablando de nosotros, de un proyecto en común, hablando el mismo idioma, con el mapa sobre la mesa.
El 01/01/2013 llegamos al fin de la Ruta Nacional N°3
Por primera vez en mucho tiempo el corazón me latía, pero no de ansiedad, de felicidad.
Foto con las tuchis – Pioja y Pumba – en Puerto Natales, Chile
Nunca estuvo en duda llevar a nuestras perras con nosotros, por eso la condición era cambiar de vehículo. Y con el lema del negro Olmedo, “¡Si la vamos a hacer, la vamos a hacer bien!”, nos pusimos a buscar en qué viajar: auto y carpa, auto y casa rodante, combi, trafic, un colectivo 1114… y ahí apareció, entre tantas pestañas del navegador, el aviso de venta de un Mercedes Benz 608 que, a simple vista, era la medida justa, y viendo un poco mejor ya lo conocíamos y hace unos años Ale le había dicho que “con uno como vos me iría a recorrer a América”, hablando a El Forastero.
Foto de la publicación de El Forastero
Cuando todavía no sabía que iba a recorrer América
 
Y acá estamos, viajamos durante 9 meses y estamos esperando viajar por muchos meses más.
Geografía no fue mi materia favorita en el colegio secundario, por suerte, porque sino capaz ese mapa no me hubiera llamado la atención, no me hubiera hecho pensar, no hubiera cambiado nuestras vidas para siempre.
Los mapas sirven para no perderse pero también para encontrarse, y doy fe que es así.
Andá, buscá un mapa, imaginá tu viaje, recorrelo, vivilo y disfrutalo.

Dame la mano y vamos a dar vueltas por las rutas del mundo.

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*¿Qué es Veo Veo? Es, ante todo, un juego, una excusa para conocer lugares de la mano de otros viajeros, contarnos historias, viajar aunque no tengamos la oportunidad de hacerlo, encontrarnos. Se realiza una vez al mes y las temáticas se eligen en el grupo Veo veo en Facebook, y por medio del hashtag #VeoVeo en Twitter y otras redes sociales. ¿Querés jugar? ¡Veo veo! ¿Qué ves?

¿Quieres leer más Veo Veo? Apuntes, Ideas, Imágenes… – Pensadora – Caminomundos – AmnerisMazzeo – Huellas en mi – Caminando por el globo – Prometeo – Tentación creativa – Dream in image – Hey hey world – Mi carnívoro y yo – V de viajera – Caminarte mundo – Magia en el camino – Babelia heterogénea – Cruzar la puerta – Días nómade – Bitácora viajera – Mi vida en una mochila – Los viajes de Nena – Ludmila Brzozowski – AyedjRomano – LatinAmericando – Periodistas viajeros 

¿Qué hacemos cuando no viajamos?


“¡Viajamos igual!”. ¿Cómo? Es que estamos todo el día hablando y contando lo que hemos vivido en los 9 meses que viajamos, en una especie de prueba piloto.
Lo nuestro fue un poco inconsciente, debemos reconocerlo. Ale nunca había manejado un auto, sólo moto y yo hacía 8 años que no manejaba de la última vez que había practicado para rendir, algo que finalmente no hice.
En febrero de 2012 nos subimos a un Fiat Uno durante 4 días y con una práctica de una hora por día, al quinto estábamos sacando la licencia de conducir. Sin ninguna experiencia más, a los 8 meses Ale estaba conduciendo el Forastero por la Autopista Ricchieri. Si, así como lo leen. 
-¡Pero están muy locos!.-
 Algo que escuchamos todo el tiempo, nos lo dicen con cara de sorpresa, con cara de enojo, con cara de no poder creerlo, con cara de angustia, y a nosotros nos divierte porque después de todo salió bien, como tenía que ser. 
La mayoría nos decía que antes de emprender este viaje hiciéramos uno corto, como para probar el motor home y ver qué cosas precisábamos, qué llevar, qué no, ir acomodando todo de a poco.  Por una cosa u otra no pudimos hacerlo.   
Tuvimos el Forastero estacionado en la puerta de la casa que alquilábamos el mes previo a salir y sólo dormíamos e íbamos acomodando ropa y algunos utensilios de cocina. El día que entregamos el departamento, tiramos todo dentro del motor home y nos fuimos a estacionar en la puerta de la casa de Carmen.
 Ese domingo 30 de septiembre, tuvimos que repartirnos entre despedirnos de la familia y ordenar nuestra nueva casa: cajas de todos los tamaños y colores, llenas de todo tipo de cosas que se les puede ocurrir y todo el tiempo repetíamos:
“¿Y esto para que lo llevamos? – Dejalo, después vemos”.
La idea era salir el lunes después de hacer unos trámites, pero el clima no nos ayudó y nos convencieron que nos quedemos un día más, “Ufff bueno” afirmamos con una mezcla de angustia y ansiedad.
El martes 2 de octubre amaneció lloviznando y de a poco fue calmando, los pronósticos decían que para el mediodía ya iba a dejar de llover. “¿Qué hacemos?” Los dos queríamos salir pero nos daba temor que una tormenta nos sorprendiera en el medio de la ruta.
Y cuando hacíamos mentalmente una lista de pro y contras, nos llegó un mensaje de mi amiga Dana en el que afirmaba que según su pareja “La lluvia es signo de buen augurio”. Nos miramos y sin hablar decidimos qué teníamos que hacer.
Y así fue que a la una y media de la tarde se puso primera y salimos rumbo a nuestro primer destino, la laguna de San Miguel del Monte.

Vamos a ser sinceros, leímos un montón de blogs y libros sobre viajeros y todos tienen en común las coincidencias que suceden en el viaje donde aparece la persona indicada en el momento justo, pero Ale estaba un poco descreído. Yo siempre le dije que estaba segura que nos iba pasar lo mismo y él me pedía que por favor baje de la nube.
¿Nos pasaron cosas buenas como a los demás? Y si, nos pasaron, nos pasan y estamos seguros que nos van a seguir pasando. Esto demuestra, en parte, que lo que estamos haciendo está bien, que elegimos el camino correcto para vivir porque, como se lee en “El Alquimista” de Paulo Coelho, “Cuando una persona desea realmente algo, el universo entero conspira para que pueda realizar su sueño.
Y eso estamos haciendo, viviendo nuestro sueño con otros tantos sueños más realizándose dentro de este.
¿Nos pasan cosas “malas”? También! Pero aprendimos que nada es malo, que siempre es por algo y por que conviene que así suceda. Obvio, somos personas aprendiendo y muchas veces nos caemos: yo soy de llorar y Ale es más de insultar, pero entendemos y nos damos cuenta que las cosas pasan porque tienen que pasar y siempre hay un mensaje o una elección que aprender, solo hay que tener los 5 sentidos alertas.
No nos podemos quejar, desde el primer día que somos protagonistas de esas coincidencias mágicas del viaje. ¿Se acuerdan lo que contamos en el primer post del viaje? ¿Y en el segundo? .
Y seguimos viajando porque no hay un día que no hablemos de las rutas que vamos a recorrer, de las ciudades que vamos a visitar, de las personas que vamos a conocer, de las historias que vamos a vivir.
¿Cuándo volvemos a salir? Como decimos siempre, si fuera por nosotros MAÑANA MISMO. 
Así que, no te vayas muy lejos que en cualquier momento sorprendemos con nuestra nueva salida.

Veo Veo: Todo por una sonrisa

Para nosotros no fue fácil tomar la decisión. En verdad, yo no estaba de acuerdo pero entendía las razones de Ale y decidí acompañarlo, una vez más. Durante los días que vivimos  en un taller mecánico se nos presentó un dilema: nuestras familias habían deslizado la posibilidad de que volvamos a Buenos Aires a visitarlos, cómo les habíamos dicho en abril y luego terminamos yendo a Santiago de Chile.
¿Qué hacemos? ¿Vamos o no?”.
Habíamos hablado de regresar cuando estábamos buscando la forma de recaudar el dinero para reparar El Forastero. Ahora que  estaban cerrando la tapa del motor después de haber cambiado las piezas que estaban mal, no era necesario volver. O eso queríamos creer.
Luego de hablar mucho, pero mucho, terminamos confirmando nuestro retorno a Buenos Aires.
Varias personas nos habían comentado sobre la vuelta. Que la prueba más grande era no quedarse. Que íbamos a querer echar raíces. Que si entrábamos al trabajo formal de nuevo, el dinero nos iba a ganar y aburguesar. En fin, muchas frases escuchamos y yo siempre aclaré que eso sería imposible. Y lo sigo sintiendo.
Los días previos a irnos de nuestro hogar sanjuanino me la pase triste, angustiada. Es que lo sentía como una derrota. Si bien el viaje no termina ni terminó sino que aprovechamos la cercanía de la capital del país para visitarla una vez más antes de emprender la parte larga del trayecto, no lograba tranquilizarme. Por momentos las lagrimas brotaban y no las podía ocultar.
Y así llego el día de partir pero El Forastero nos mostró que había otra cosa que debíamos reparar. Algo que según el  presupuesto iba a ser igual de costoso que el arreglo del motor. “¿Y ahora qué hacemos? “ “No nos preocupemos, seguro en Buenos Aires tendremos más oportunidades de juntar el dinero para los otros arreglos que nos faltan”. Y eso si que no quería escucharlo.  Por momentos imaginaba teniendo que quedarme en San Juan para trabajar y luego de reparar lo que sea que esté haciendo que nos cueste arrancarlo, seguir viajando por la Ruta 40. No, no es lo mismo tener que quedarse un mes en Buenos Aires trabajando que un mes trabajando en Chile o en San Juan o en cualquiera otra parte.
Fueron tantas las ganas de no emprender el regreso que llamé al viento zonda: ráfagas de 100 km/h con mucha arena y tierra hasta pasadas las 4 de la tarde. Pero al otro día no obtuve la misma respuesta de la naturaleza y ya no tenía excusa. ¡Nos estábamos yendo de San Juan rumbo a la ciudad de la furia! Por delante había casi 1200km por recorrer, calculábamos tardar entre 3 y 4 días.
Esto es lo que nos dejó el zonda. ¡Y eso que estaba todo cerrado!
Primero transitamos por la ruta 20, monótona y recta. Del lado derecho la diferencia entre la tierra y el cielo parecía que lo hubieran hecho con un transportador y, de lado izquierdo lo mismo pero con forma de serrucho.
Al llegar a la ciudad de San Luis empalmamos con la ruta 7, la que nos dejaría en la puerta de la casa de Rosita, mama de Ale. Pasamos la noche en una estación de servicios, como solemos hacer. Al día siguiente parece que El Forastero se sentía triste por habernos hecho tomar la decisión de regresar y lloró lágrimas verdes toda la noche. Por sexta vez le teníamos que echar un tapagoteras al radiador. Para peor, tardó más de 15 minutos en arrancar.
Ahí me ilusioné. Estábamos más cerca de San Juan que de Buenos Aires. Con todo esto capaz Ale prefería volver al taller mecánico. Pero otra vez me equivoqué. Por el contrario, solo escuché “Le vamos a meter 12 horas de viaje pero hoy llegamos a General Rodríguez si o si”. ¡¿Qué?! ¡NO! Dijimos que llegábamos en 3 o 4 días. ¿Por qué mundo cruel me haces esto? ¿Qué he hecho? ¿No es que si uno desea algo mucho el universo conspira para cumplírtelo? ¡Yo estoy deseando no regresar a Buenos Aires hace mucho y con todas mis fuerzas! ¿Quién fue el que creyó que estábamos jugando al teléfono descompuesto?
La Luna desde San Juan.
La noche que estuvo más cerca de nuestro planeta en el año 2013
  
Me la pasé todo el día viendo como los números de la ruta descendían. Y cayó la noche y todavía seguíamos rodando. “Amor, por favor, promete que vamos a volver a salir”, repetía todo el tiempo.
Y llegamos de sorpresa a lo de mi suegra. A ella nunca le habíamos dicho que ese día íbamos a llegar después de una maratón kilométrica. Habían pasado 25 minutos de las once de la noche cuando se apagó el motor y con el envión llegamos a la puerta de la casa. Ale la llamó para avisarle que ya habíamos estacionado y elogió lo bien cortado que estaba el pasto del jardín. “¿Cómo sabes?” Se escuchó del otro lado, y Ale le pidió que abra la puerta.
¡Qué enorme sonrisa tenía Rosa! Nunca la vi tan contenta. Es que habían pasado 9 meses desde la última vez que se abrazaron madre e hijo. Durante lo que duró nuestro viaje sólo por teléfono nos comunicábamos con ella. 

Ale y su mamá el día anterior a salir de viaje.
Dos días después me subí a un colectivo para llegar a la estación de tren Moreno y tomar el Sarmiento hasta Caballito. Todo el viaje me la pasé llorando por varios motivos. Entre otros, seguir sin entender que hacía ahí.
Después de dos horas viajando por los distintos transportes públicos y de reencontrarme con esta ciudad, volví a tocar el portero eléctrico del edificio de la casa de mi mama. Vive en un primer piso y nunca espera el ascensor, así que desde que me atendió hasta que abrió la puerta del hall hubo sólo 25 segundos. Se nota que me estaba esperando.
Con mi mamá la noche anterior a que salgamos.
Y ahí apareció ella, con una gigante sonrisa en su cara. Me abrazó y me dio muchos besos. Luego también vi las sonrisas de mis hermanos. Y ahí entendí por que volvimos a Buenos Aires, para grabar y guardar en nuestros cofres de los recuerdos las sonrisas de ellas, de las mamas. A las únicas que les duele más que nada que estemos viajando pero que se lo callan con tal de que nosotros seamos felices. Que se van a bancar no vernos por un tiempo largo con tal de seguir viendo las fotos que subimos a internet en las que, en primer plano, se ven nuestras sonrisas.  
Para muchos lo primero que vemos al nacer. Uno no tiene ese recuerdo presente, pero si sabemos bien cual es el sentimiento que produce ver la sonrisa de mamá. 
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*¿Qué es Veo Veo? Es, ante todo, un juego, una excusa para conocer lugares de la mano de otros viajeros, contarnos historias, viajar aunque no tengamos la oportunidad de hacerlo, encontrarnos. Se realiza una vez al mes y las temáticas se eligen en el grupo Veo veo en Facebook, y por medio del hashtag #VeoVeo en Twitter y otras redes sociales. ¿Querés jugar? ¡Veo veo! ¿Qué ves?

Si vas para Chile…


Si hubo algo que no pudimos ocultar es que no éramos de Chile. En un record de 5 segundos y con tan sólo la palabra “hola” pronunciada, lo primero que escuchábamos era “Argentinos” y algunos, con un oído más agudo: “de Buenos Aires”. 

Es algo que ya estamos acostumbrados. Por la Patagonia Argentina quienes hablaban con nosotros se daban cuenta que veníamos de la ciudad de Buenos Aires por nuestra forma de pronunciar letras “Y” y la “LL”. 

A nosotros nos encantó la experiencia de estar un mes en Santiago de Chile. Si bien por momentos me ponía nerviosa cuando no comprendía que me decían, sobre todo en las situaciones donde estaba en juego que me contraten para trabajar, fue muy enriquecedor. Uno capaz piensa que como hablamos el mismo idioma no va haber problemas de comunicación, pero no, ahí es donde uno se equivoca. 

Por empezar en Argentina hablamos de “vos” y no de “tu”, rara vez hablamos de  “usted”. Una gran diferencia porque cambia la forma de conjugar los verbos. No es lo mismo decir “tú tienes” que “vos tenes”. 

Lo que quiero compartir con ustedes son los términos que se usan en Chile más a menudo y que se diferencian de cómo se usan en Argentina. Nunca sabes cuándo podes ir a visitar y te puede servir, no?.

Al tiro, es igual que “al toque”, “enseguida”.  Por ejemplo “al tiro le doy su vuelto”

Bacan, es igual a “copado”, “entretenido”, “simpático”.

Harto se usa para decir muchos. “Esta polera tiene hartos colores”. 
Polera, es lo que en Argentina le decimos “Remera”.

Pega es trabajo

Petróleo es igual a Diesel, Gas oil y Bencina es igual a nafta

La cuestión es “la cosa”, en vez de decir “la cosa es fácil” es “la cuestión es fácil”

Cuando sales de compra no preguntas “cuanto esta? se pregunta “a como esta?”.

Si quieres tomar agua de la canilla, pregunta si puedes tomar agua de la llave.

Si estas acostumbrado a decirle “cubiertos” al conjunto de cuchillos, tenedor y cucharas, allí se le dice “servicios”. Si en un restaurant te cobran los servicios, no están hablando del baño.

A la garrafa de gas se le dice “balón”

Sencillo se le dice a los billetes de baja denominación, si algo sale $1000 y le pagas con $10000, seguro te van a pedir sencillo!!!

Si bien no se habla de vos, sino de tu… no se usa el “vosotros” sino el ustedes. Y cuando se conversa con gente mayor que uno o que no se conoce se lo trata de “usted”.

Algo que escuchamos mucho en Santiago fue:

¿Cómo estái? = ¿Cómo estás?

¿Querí? = ¿Queres?

¿Sabí,…? = ¿Sabes,…?

¿Vái a ir? = ¿Vas a ir?


Los chilenos no usan llamarte “boludo” antes diferentes circunstancias, seguramente te van a llamarte “huevón”. Si, de forma “cariñosa” o agresiva.

La forma de pronunciar la “ch” es “sh”. Y la “sh” nos fuimos sin entender porque dicen “shop” al “chop” y porque pronuncian “suchi” al “sushi”. 
Sopaipillas que nos regalaron Nana y Sergio.

“Andar abrazando postes” es estar borracho/ebrio. “Ese huevon siempre anda abrazando postes”

Apechugar, ¡Pensamos cualquier cosa menos que sea enfrentar/hacer frente!

Taco es el Tráfico. Cuando están atascados en el tráfico, van a hablar del “taco”.

Bolsear, otra palabra que nos imaginamos otra cosa y significa pedir. Y un bolsero/a se le dice a un pedigüeño.

Cabro/aes lo mismo que muchacho/a

Cabrito/a es para mencionar a un niño

Cachar = entender, comprender… ¿cachas la cuestión? o ¿cachai la cuestión?

Cachurear: es ir a las ferias donde se venden las cosas usadas a un valor muy bajo. El cachureo es el objeto que se vende.

Carretees sinónimo de fiesta y salir a “carretear”es salir de joda o fiesta o parranda.

Chauchasles dicen a las monedas de poco valor. Chauchera al monedero. Y a las chauchas que se comen le dicen porotos verdes.

¡Chuta! – (se pronuncia “shuta”) Y se usa en los casos que uno quiere decir una mala palabra ante una situación adversa. Por ejemplo, si te das cuenta que te falta dinero decís “¡Chuta! Perdí el dinero!”. O, como me pasaba a mí, que se me hervía el agua con la pava eléctrica “¡Chuta! Esta muy caliente el agua”. Es decir, se usa para maldecir pero no queda tan mal que decir “mierda”.

Curaoes estar borracho y curarse es emborracharse. ¿Sera porque dicen que el alcohol cura?

Cuando estás en un problema/quilombo, en Chile vas a estar cagado/a. Y cuando estas cansado de hacer algo vas a estar chato/a.  

La guata es el estómago, la panza y a los bebes se les dice “guagua”.

Hacerse el huevón es lo mismo que hacerse el boludo.

Mijito o Mijita es la forma cariñosa de llamar a alguien.

La Once, se le dice o al te de las 5 de la tarde o a una especie de merienda/cena que tomas a las 7 u 8 de la noche. Cuenta la leyenda que se le dice así, porque en el campo cuando hace mucho frio, las señoras se juntaban a tomar “la once”, es decir tomar “aguardiente” (la palabra tiene once letras)

La primera vez que me dijeron “vos una patiperro” no entendí nada y tampoco se me paso por la cabeza cosas extrañas y/o graciosas de lo que podía ser. En fin, patiperro es un trotamundos!
Estos son los billetes y monedas de Chile

Pololo/a = novio/a  Polola) – m Novio.}

¡Qué choro! Se usa para hablar de que algo es entretenido. Por el contrario, ¡Qué lata! Se usa para  cuando algo es aburrido. Y ¡Qué penca!  Cuando algo te da lástima.

Paco son los carabineros/policías

Un capítulo aparte fueron las anécdotas de Ale que trabajó en una obra en construcción. Cuando lo mandaban a buscar diferentes herramientas el llegaba a la puerta del galpón y se quedaba mirando. Como intentando que la cosa se muestre sola!

El roto martillo es el taladro percutor

El combo es la maza

Las ampolletas son las lamparitas de luz, los “focos”.

La galleta es la amoladora

El alicate es la pinza, pero se fue sin saber cómo se le dice al alicate!

Hay muchas más formas de decir las cosas y modismos. Muchos que no se pueden publicar en la web! Pero fue una hermosa experiencia por donde se la mire. Muy pero muy contentos de haber sido Forasteros en Chile.

¡264 días de viaje en 124 palabras y un collage!

Salimos de Buenos Aires el 02/10/12 y recorrimos toda la Ruta 3 hasta llegar a Ushuaia el 31/12 de ese año. 
Luego estuvimos 15 días en el sur de Chile e ingresamos a Argentina por Rio Turbio. Desde ahí hasta Junin de los Andes hicimos toda la Ruta 40. Empezaron a empeorar los problemas mecánicos de El Forastero (nombre de nuestra casa rodante) y buscamos soluciones. 
Entramos a Chile nuevamente y estuvimos un mes en Santiago trabajando. Cruzamos por el Paso Fronterizo Cristo Redentor y llegamos a San Juan donde encontramos un taller mecánico que nos recomendaron. 
Aquí dejaremos el motor listo para recorrer todo América y cumplir el sueño de unir Buenos Aires – Ushuaia – Alaska viajando Por las Rutas del Mundo!